En este libro se nos habla del principio del pecado, la rebelión, el engaño, la mentira, la envidia, la codicia: (1) Que Satanás envidió el trono de Dios, que corresponde al Hijo de Dios. (2) Adán y Eva, nuestros primeros padres, que fueros engañados por Satanás. Y (3) Luego pasó a la descendencia y esta heredó el pecado. Pero la palabra de Dios nos dice: "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieran de sus malos caminos, entonces Yo oiré desde los cielos y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. (2 Cron. 7:14).
Con promesas como ésta y muchas más, no debemos temer, sólo confiar en esta "gran esperanza". Busquen al Señor mientras puede ser hallado, "vean y gusten"; porque es bueno el Señor Dios Todopoderoso. Porque en Él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra, - sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; (Col. 1:16).
Dios se comunicó con los hombres mediante su Espíritu y mediante las revelaciones hechas a sus siervos escogidos, la luz divina se esparció por el mundo; "Son santos hombres de Dios siendo inspirados del Espíritu Santo". (1 Pedro 1:21).
La Biblia nos muestra a Dios como autor de ella; y sin embargo fue escrita por manos humanas, la diversidad de estilos de cada libro nos hace ver y conocer lo individual de cada uno de sus actores. Son verdades reveladas e inspiradas por Dios. (S. Juan 1:14).
En su palabra, Dios comunicó a los hombres el conocimiento y entendimiento necesario para escoger la salvación. Las Escrituras Sagradas, deben ser aceptadas, como dotadas de autoridad infinita, absoluta y como revelación dada a los hombres por su voluntad. Constituyen las reglas del carácter humano; nos revelan doctrinas y son la piedra de toque de la experiencia religiosa. "Toda la Escritura es inspirada por Dios; es útil para enseñar, para corregir, para instruir en justicia; a fin de que el hombre de Dios sea perfecto; enteramente instruido para todas las buenas obras". (2 Tim. 3:16-17).